¿Las personas que se auto destruyen van al cielo?

¿Las personas que se auto destruyen van al cielo?

1) El suicidio no es el pecado imperdonable. He estado rodeado de cristianos legalistas que insisten en que una persona que se suicida se va al infierno. Ellos basan esta creencia en una interpretación estrecha de 1 Corintios 3: 16-17  que dice: "Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá".
 Si profundizas en ese pasaje y miras al quinto y sexto capítulo, verás que Pablo no está hablando de suicidio. Él hace estos comentarios acerca de "destruir el templo de Dios" mientras instruye a la iglesia de Corinto sobre cómo lidiar con una persona inmoral e impenitente. En el capítulo 6 él le recuerda a la iglesia que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo y que no deben ser contaminados por el comportamiento inmoral.


Otros que han tratado de definir el suicidio como un pecado "imperdonable", dicen esto porque una persona que se suicida no puede arrepentirse después. Pero Jesús tenía claro que en realidad hay solo un pecado imperdonable, y ese es el rechazo total de Cristo como Salvador al blasfemar contra el Espíritu Santo (véase Lucas 12:10).
Debido a que la misericordia y la gracia de Dios son tan grandes, incluso el pecado del suicidio puede ser perdonado. El poder redentor de la sangre de Cristo es tan vasto que puede abarcar no solo pecados pasados y presentes, sino también pecados futuros. Romanos 8: 38-39 lo dice claramente: "Porque estoy persuadido de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni cosas presentes ni cosas venideras, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor".
2) No puedes culparte por el suicidio de otra persona. Después que ocurre un suicidio quedan muchas preguntas, especialmente entre los familiares y amigos más cercanos de la víctima. ¿Por qué no vimos venir esto? ¿Podríamos haber hecho algo para detener esto? ¿Es culpa nuestra? Esas preguntas son normales, pero la respuesta es no. No puedes culparte por la decisión de alguien de poner fin a su vida.
Vivimos en un mundo caído. Hasta que Jesús regrese en un triunfo final sobre la tumba, todavía tendremos que lidiar con la angustia mental, la depresión crónica, los trastornos de ansiedad, los ataques de pánico y cantidad de otras luchas. Si bien el Espíritu Santo ciertamente puede darnos el poder para superar estos desafíos, no conoceremos la libertad total hasta que lleguemos al otro lado de la eternidad. Y si alguien a quien amamos se suicida, el Espíritu Santo nos dará la paz sobrenatural que necesitamos para manejar el dolor y la desilusión.

3) La iglesia debe ser un lugar seguro para las personas con enfermedades mentales. Nunca debemos hacer que un compañero creyente se sienta "menos cristiano" solo porque lucha con un trauma emocional o una enfermedad mental. Muchos creyentes tienen miedo de pedir ayuda porque les han dicho que la depresión revela una "falta de fe". Por eso deciden sufrir silenciosamente. Luego, si se deslizan por el borde y se matan, todos se sorprenden.
La esposa del pastor Andrew Stoeklein, Kayla, dio algunos consejos sólidos cuando habló en su funeral la semana pasada. "Si estás luchando, díselo a alguien", dijo. "El enemigo quiere que te sientas aislado, sin amor y sin valor. Estoy aquí para decirte que eres amado y valorado más de lo que nunca sabrás".
Si estás deprimido, luchando con un trastorno de ansiedad o pensando en autolesionarte, lo mejor que puedes hacer es buscar ayuda de inmediato. No acabes con tu vida. No escuches las mentiras de Satanás. Dios tiene una salida a tu desesperación, pero no puedes encontrarla solo. Abre tu corazón, se honesto, comunícate con amigos maduros y habla con un pastor o consejero. Corre hacia los brazos de tu Padre celestial y descubre Su poder sanador.
1) El suicidio no es el pecado imperdonable. He estado rodeado de cristianos legalistas que insisten en que una persona que se suicida se va al infierno. Ellos basan esta creencia en una interpretación estrecha de 1 Corintios 3: 16-17  que dice: "Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá".
Si profundizas en ese pasaje y miras al quinto y sexto capítulo, verás que Pablo no está hablando de suicidio. Él hace estos comentarios acerca de "destruir el templo de Dios" mientras instruye a la iglesia de Corinto sobre cómo lidiar con una persona inmoral e impenitente. En el capítulo 6 él le recuerda a la iglesia que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo y que no deben ser contaminados por el comportamiento inmoral.
Otros que han tratado de definir el suicidio como un pecado "imperdonable", dicen esto porque una persona que se suicida no puede arrepentirse después. Pero Jesús tenía claro que en realidad hay solo un pecado imperdonable, y ese es el rechazo total de Cristo como Salvador al blasfemar contra el Espíritu Santo (véase Lucas 12:10).
Debido a que la misericordia y la gracia de Dios son tan grandes, incluso el pecado del suicidio puede ser perdonado. El poder redentor de la sangre de Cristo es tan vasto que puede abarcar no solo pecados pasados y presentes, sino también pecados futuros. Romanos 8: 38-39 lo dice claramente: "Porque estoy persuadido de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni cosas presentes ni cosas venideras, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor".
2) No puedes culparte por el suicidio de otra persona. Después que ocurre un suicidio quedan muchas preguntas, especialmente entre los familiares y amigos más cercanos de la víctima. ¿Por qué no vimos venir esto? ¿Podríamos haber hecho algo para detener esto? ¿Es culpa nuestra? Esas preguntas son normales, pero la respuesta es no. No puedes culparte por la decisión de alguien de poner fin a su vida.
Vivimos en un mundo caído. Hasta que Jesús regrese en un triunfo final sobre la tumba, todavía tendremos que lidiar con la angustia mental, la depresión crónica, los trastornos de ansiedad, los ataques de pánico y cantidad de otras luchas. Si bien el Espíritu Santo ciertamente puede darnos el poder para superar estos desafíos, no conoceremos la libertad total hasta que lleguemos al otro lado de la eternidad. Y si alguien a quien amamos se suicida, el Espíritu Santo nos dará la paz sobrenatural que necesitamos para manejar el dolor y la desilusión.
3) La iglesia debe ser un lugar seguro para las personas con enfermedades mentales. Nunca debemos hacer que un compañero creyente se sienta "menos cristiano" solo porque lucha con un trauma emocional o una enfermedad mental. Muchos creyentes tienen miedo de pedir ayuda porque les han dicho que la depresión revela una "falta de fe". Por eso deciden sufrir silenciosamente. Luego, si se deslizan por el borde y se matan, todos se sorprenden.
La esposa del pastor de un pastor, dio algunos consejos sólidos cuando habló en su funeral la semana pasada. "Si estás luchando, díselo a alguien", dijo. "El enemigo quiere que te sientas aislado, sin amor y sin valor. Estoy aquí para decirte que eres amado y valorado más de lo que nunca sabrás".
Si estás deprimido, luchando con un trastorno de ansiedad o pensando en auto lesionarte, lo mejor que puedes hacer es buscar ayuda de inmediato. No acabes con tu vida. No escuches las mentiras de Satanás. Dios tiene una salida a tu desesperación, pero no puedes encontrarla solo. Abre tu corazón, se honesto, comunícate con amigos maduros y habla con un pastor o consejero. Corre hacia los brazos de tu Padre celestial y descubre Su poder sanador.